Sentimos que nos disolvemos en la nada cuando el amor se acaba.
El divorcio es una realidad que hay que enfrentar. En casi todas las civilizaciones existió la posibilidad de disolver el vínculo matrimonial incluso en las más antiguas. Es parte de la libertad individual y una decisión personal.
El matrimonio es un contrato y como tal desde el punto de vista legal.
¿Qué hace que dos personas que se aman cuando comienzan su relación, se lleguen a odiar después de algunos años?
¿Se trata de egoísmo, incapacidad para mantener un vínculo, inmadurez, inestabilidad, falta de responsabilidad, asignaturas pendientes, celos, infidelidad, indiferencia, problemas económicos, o aburrimiento?
Cada persona es única pero existen causas comunes en los divorcios, de manera que se podría investigar la forma de encarar este fenómeno con una visión científica.
Si eso es verdad, entonces, si realizamos una investigación longitudinal con una determinada cantidad de parejas recién casadas y analizamos después de siete años en qué situación se encuentran, podríamos determinar si es verdad que la mayoría desea separarse y además cuáles son los motivos comunes que argumentan ambos cónyuges para querer separarse.
De esa manera podríamos advertir a los jóvenes que desean casarse sobre los resultados obtenidos para evitar que sufran las mismas dificultades con el paso de los años.
Pero podría no ser necesaria esta investigación porque la experiencia clínica también nos aporta importantes datos.
El divorcio figura como una de las principales causas de stress, de modo que la consulta al psicólogo es frecuente.
Ni bien comienzan las dificultades y ante una perspectiva de separación, el último intento de reconciliación puede llegar a ser una terapia de pareja.
Desde la práctica clínica se puede inferir que hay causas comunes provocadoras de separaciones conyugales aunque también el modo de ver la realidad que tenga cada uno también interviene para tomar esa decisión.
He atendido parejas a punto de separarse por infidelidad que luego perdonaron y actualmente continúan juntas después de muchos años.
No todos perdonan una infidelidad, pero a veces lo pueden lograr cuando se convencen que se trató de una relación fugaz sin importancia. Este razonamiento está relacionado con los propios valores y la forma de ver las cosas.
Los celos indican inseguridad y baja autoestima. Alguien que no está seguro de si mismo y que se subestima está proyectando los mismos sentimientos de autovaloración en el otro, imaginando la posibilidad del engaño con otro u otra de mejor imagen. Si se lograra dominar los celos, aumentando la seguridad en si mismo y elevando la autoestima, podría cambiar el desenlace de la relación.
La indiferencia muchas veces es subjetiva, y la experimentan principalmente las personas dependientes y posesivas que pretenden demasiada atención; y también cuando alguno de los dos no puede demostrar afecto en forma convencional.
Pero el amor se puede demostrar de muchas maneras a veces más originales que las que conocemos.
La dependencia es inmadurez y se cura con una buena terapia.
Las crisis ayudan a crecer porque rompen viejas estructuras y consolidan nuevas más maduras.
Afortunadamente, la persona inmadura es inestable y no se compromete fácilmente, de manera que es poco probable que llegue a contraer matrimonio. Pero si así fuera, mantener una relación estable es algo que le permitirá crecer y aprender a hacerse cargo de las responsabilidades y a no aferrarse a su pareja.
Hay muy pocas parejas que se separan por problemas económicos solamente, como por ejemplo frente a una crisis que les cambia el estilo de vida, porque esta nueva situación puede ser la oportunidad para unirlos más.
El divorcio es una realidad que hay que enfrentar. En casi todas las civilizaciones existió la posibilidad de disolver el vínculo matrimonial incluso en las más antiguas. Es parte de la libertad individual y una decisión personal.
El matrimonio es un contrato y como tal desde el punto de vista legal.
¿Qué hace que dos personas que se aman cuando comienzan su relación, se lleguen a odiar después de algunos años?
¿Se trata de egoísmo, incapacidad para mantener un vínculo, inmadurez, inestabilidad, falta de responsabilidad, asignaturas pendientes, celos, infidelidad, indiferencia, problemas económicos, o aburrimiento?
Cada persona es única pero existen causas comunes en los divorcios, de manera que se podría investigar la forma de encarar este fenómeno con una visión científica.
Si eso es verdad, entonces, si realizamos una investigación longitudinal con una determinada cantidad de parejas recién casadas y analizamos después de siete años en qué situación se encuentran, podríamos determinar si es verdad que la mayoría desea separarse y además cuáles son los motivos comunes que argumentan ambos cónyuges para querer separarse.
De esa manera podríamos advertir a los jóvenes que desean casarse sobre los resultados obtenidos para evitar que sufran las mismas dificultades con el paso de los años.
Pero podría no ser necesaria esta investigación porque la experiencia clínica también nos aporta importantes datos.
El divorcio figura como una de las principales causas de stress, de modo que la consulta al psicólogo es frecuente.
Ni bien comienzan las dificultades y ante una perspectiva de separación, el último intento de reconciliación puede llegar a ser una terapia de pareja.
Desde la práctica clínica se puede inferir que hay causas comunes provocadoras de separaciones conyugales aunque también el modo de ver la realidad que tenga cada uno también interviene para tomar esa decisión.
He atendido parejas a punto de separarse por infidelidad que luego perdonaron y actualmente continúan juntas después de muchos años.
No todos perdonan una infidelidad, pero a veces lo pueden lograr cuando se convencen que se trató de una relación fugaz sin importancia. Este razonamiento está relacionado con los propios valores y la forma de ver las cosas.
Los celos indican inseguridad y baja autoestima. Alguien que no está seguro de si mismo y que se subestima está proyectando los mismos sentimientos de autovaloración en el otro, imaginando la posibilidad del engaño con otro u otra de mejor imagen. Si se lograra dominar los celos, aumentando la seguridad en si mismo y elevando la autoestima, podría cambiar el desenlace de la relación.
La indiferencia muchas veces es subjetiva, y la experimentan principalmente las personas dependientes y posesivas que pretenden demasiada atención; y también cuando alguno de los dos no puede demostrar afecto en forma convencional.
Pero el amor se puede demostrar de muchas maneras a veces más originales que las que conocemos.
La dependencia es inmadurez y se cura con una buena terapia.
Las crisis ayudan a crecer porque rompen viejas estructuras y consolidan nuevas más maduras.
Afortunadamente, la persona inmadura es inestable y no se compromete fácilmente, de manera que es poco probable que llegue a contraer matrimonio. Pero si así fuera, mantener una relación estable es algo que le permitirá crecer y aprender a hacerse cargo de las responsabilidades y a no aferrarse a su pareja.
Hay muy pocas parejas que se separan por problemas económicos solamente, como por ejemplo frente a una crisis que les cambia el estilo de vida, porque esta nueva situación puede ser la oportunidad para unirlos más.
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